miércoles, 7 de abril de 2021

¿ SON COMPATIBLES SPINOZA Y EL PSICOANÁLISIS ?




Resultat d'imatges de lacan y spinozaResultat d'imatges de  spinoza


 Escrito por Luis Roca Jusmet


 En la carta que el 28 de junio de 1931 Sigmund Freud envió a Lothar Bickel dice lo siguiente : "Admito inmediatamente mi dependencia de la doctrina de Spinoza. No hay razón de por qué debería mencionar expresamente su nombre, puesto que concebí mis hipótesis a partir de la atmósfera creada por él, más que del estudio de su obra. Por lo demás no procuré una legitimación filosófica". Spinoza habló de ideas y de ideas de las ideas, que implicaba que las ideas podían ser conscientes o no. Pero poco tenía que ver con el inconsciente freudiano.Para Freud el hombre está condenado a la infelicidad, para Spinoza la felicidad es posible. Pero lo más incompatible era la pulsión de muerte.
 A Lacan le gustaba Spinoza. Explicó que de joven tenía decorada su habitación con las proposiciones de la Ética. Ahora bien, hay que señalar que Spinoza y Lacan plantean dos concepciones antropológicas opuestas, de las que se derivan dos éticas diferentes. La ética de Spinoza es la del hombre completo, la de Lacan la del hombre estructuralmente incompleto. La condición humana, según Lacan, es la de la castración. Y el que no la acepta se pierde en la psicosis. 
 El conatus que formula Spinoza es el impulso vital de cualquier cuerpo, la tendencia a perservar en lo que se es. Hay afección corporal en las interacciones de los cuerpos, en los efectos de los unos sobre los otros. En la mente el conatus se corresponde con el deseo y las afecciones con los afectos. El deseo es racional cuando su causa es entendida por el sujeto.Hablamos de ideas adecuadas cuando sabemos el porqué de nuestros deseos y de ideas confusas e inadecuadas cuando no conocemos su causa. Es decir cuando no sabemos lo que queremos.El amor y el deseo pueden ser excesivos. El amor es la alegría acompañada de la idea de una causa exterior, lo cual quiere decir que el amor es hacia alguien a quién suponemos nos causa alegría y ya es en sí mismo una alegría. Puede ser excesivo si tiene un carácter obsesivo o dependiente. Lo mismo de los deseos inmoderados. El placer es mental ( afecto alegre) pero proviene de una parte de la afección específica de una parte del cuerpo. Puede ser malo en la medida en que es excesivo y bloquee la acción de otras partes del cuerpo, es decir que desequilibre el cuerpo. Esta es la crítica a los deseos inmoderados, que se transforman en pasiones, ya que son patológicos. La ambición y la avaricia son excesivos porque parten del delirio de que la gloria o el dinero nos darán una alegría total y en realidad lo que produce es inestable e inconsistente y nos hace dependientes y tristes. e la lujuria, la embriaguez y la gula. El dolor también es mental y es malo porque produce tristeza. Pero es bueno en la medida en que pone un límite a un placer que desequilibraría al cuerpo. Es decir, que solo es bueno en la medida que evita o nos avisa de un mal que produciría una importante tristeza. El odio tiene un carácter destructivo, hacia uno mismo y hacia el otro. Cuando el individuo entiende que forma parte de una realidad única entonces se sumerge en un sentimiento oceánico que es la auténtica felicidad.
El conatus, para el psicoanálisis, es pulsión, está siempre descabezado por el lenguaje, por el orden simbólico. No hay una versión en positivo. Porque para el psicoanálisis "la palabra es el asesinato de la cosa". El hombre pierde su naturalidad. La pulsión es ciega, es pulsión de muerte. Hay una falta estructural y sobre ella aparece el deseo. Para Spinoza el hombre no pierde su naturalidad y es posible un deseo adecuado al conatus.
 La concepción de Lacan es totalmente contraria. Parte del carácter estructural de la falta. El deseo está causado por esta falta y nunca puede completarnos. Están también las pulsiones. La pulsión es siempre ciega y nos conduce a la repetición. La felicidad, como ya apuntó Freud, es un imposible. Podemos ver la mejor manera de regular nuestro goce, la más propia, pero tampoco nos hará felices. Pero el concepto incompatible con Spinoza es el de pulsión de muerte. Para Spinoza la destrucción de los cuerpos viene del exterior, no del interior.
 Dicho esto me gustaría comentar una profunda afinidad en sus propuestas éticas. En los dos casos hay una ética del deseo. Y de un deseo que está más allá de lo imaginario. Un deseo que es un anhelo de ser fiel a lo más propio. Es decir, un deseo que expresa lo necesario para cada cual. Una apuesta por la libertad como ruptura de lo automático de la repetición. 
 Hay también una ética de la verdad, una voluntad de derribar los ídolos que constituyen las ilusiones humanas más arraigadas : el libre albedrío, el finalismo, el animismo. 

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