jueves, 17 de septiembre de 2020

EL ENCUENTRO FALLIDO ENTRE SPINOZA Y NIETZSCHE






Escrito por Luis Roca Jusmet

Plantearse la relación entre Nietzsche es un ejercicio especulativo. Nietzsche se refiere inicialmente a Spinoza de manera elogiosa. Es el año 1881 y lo hace en la correspondencia con su amigo Peter Overbeck. En ella Nietzsche expresa su entuisiasmo por la lectura de Spinoza y formula sus afinidades : la crítica al libre albedrío, a los hechos morales, a la teleología...Pero en el año 1885, en "Más allá del bien y del mal" lo cita de manera despectiva. En el capítulo "Los prejuicios de los filósofos" dice que es un enfermo solitario desconfianzo que se protege blindando su teoría con formas rígidas ( matemáticas). En el capítulo "Espíritu libre" dice que es un espíritu vengativo y venenoso que se esconde bajo la doctrina del conatus como autoconservación. En "Historia natural de la moral" lo plantea como un negador de la vida que decide eliminar el deseo de reír y de llorar. Al igual que a Schopenhauer lo considera, por tanto, un nihilista.
 Sin compartir la línea de Deleuze, que los situaría en la misma línea vitalista, podemos establecer la fecundidad de un encuentro que es, sin duda, fallido.
 Para Spinoza somos parte de una Substancia única, en la que no hay ni una Trascendencia ni una finalidad. No hay causas finales y las cosas, simplemente pasan de la única manera que pueden hacerlo porque son lo que son y no otra cosa. Las cosas son los cuerpos y también son los pensamientos . Existen en la duración y son manifestaciones de la Substancia. Son manifestaciones finitas de una Realidad infinita a la que llama Dios. El Dios de Spinoza es un enigma. Es una realidad primordial que se manifiesta a través de la materia. Puede ser, por ejemplo, el Vacío cuántico. Pero en todo caso no es un Espíritu, como tampoco lo es el pensamiento. Los ejercicios espirituales son el trabajo interior para acceder a una verdad que nos transforma porque nos conduce a un estado de serenidad. Una serenidad alegre.
La ética es, para Spinoza, el arte de vivir, el camino que nos conduce a esta serenidad alegre a partir de nuestro conatus. El conatus es nuestra potencia vital, expansiva, creativa. Cuando desarrollamos nuestras capacidades somos activos, tenemos poder y estamos contentos. Desarrollamos nuestra esencia singular. No somos siervos ni esclavos de los otros ni de las circunstancias. Porque los otros y las circunstancias nos encadenan a través de las pasiones tristes. Las pasiones tristes nos deprimen ( la tristeza en todas sus manifestaciones ) o nos envenenan a través del odio hacia el otro o hacia nosotros mismos. Odiamos a quien consideramos causa de nuestra tristeza : odio, ira, venganza, envidia, crueldad. O nos odiamos a nosotros mismos a través de la culpa, pero no hay nada más cobarde que no asumir los propios actos. También la compasión es una pasión triste porque nos encadena al sufrimiento del otro. Hemos de aceptarnos querernos en la justa medida, sin defecto ( inhibición, vergüenza) no exceso ( vanidad, arrogancia). Estamos determinados, pero la libertad es entenderlo ( distancia) y hacer lo necesario para afirmar nuestra potencia. La esperanza, el miedo, la indignación, la seguridad son pasiones que en un determinado momento puede ser útiles para evitar males mayores : la desesperación, el peligro, la injusticia, la inestabilidad.
 El bien y el mal no existen, las cosas son buenas o malas en función de su utilidad y la utilidad es lo que nos hace felices y hace felices a los otros.  La moral no es un código de leyes ni un sentido del deber, la moral es el deseo de hacer el bien al otro. Es nuestra alegría la que nos orienta hacia la generosidad. La moral es, por tanto, una consecuencia de la ética. No se trata de seguir unas leyes ni un sentido del deber. Somos buenos porque nuestro carácter nos hace actuar bien, no porque lo sometemos a una ley.
El deseo, que es el conatus hecho consciente, es el motor de nuestra vida, pero debe ser guiado por la razón. El hombre sabio vive en un estado de serena alegría. ¿ Como conseguirlo ?  Para Spinoza el ejercicio es el de la razón. Pero la razón de Spinoza no es la del cálculo ni la de la deducción. Es la de la intuición. Es la capacidad de captar las cosas tal como se manifiestan  en el pensamiento, es decir como ideas adecuadas. Es un trabajo interno radical y continuado. Responde a una determinada posición delante de las pasiones: la actitud de la distancia. Su enemigo principal son las pasiones, que son las afecciones de los cuerpos que vienen del mismo cuerpo o de otros cuerpos. Las pasiones producen ideas inadecuadas porque brotan de como nos afectan las cosas, por lo cual son siempre parciales y distorsionadoras. Pero la razón humana puede crear otros monstruos, que son las ilusiones. Inventamos ficciones como el libre albedrío o las causas finales. La razón imagina ficciones que generan ideas inadecuadas. Imaginamos que las cosas son contingentes y no entendemos que están determinadas, que todo está determinado por lo anterior, que el tiempo es el despliegue lo que está escrito. La libertad es solo entender lo que pasa y porque pasa. Este entender lo que pasa, lo que nos pasa y lo que queremos es lo que nos hace libres. Son estas ideas adecuadas las que nos dan serenidad. Las cosas pasan de la única manera que pueden pasar y hemos de aceptarlas. Es nuestro deseo el que nos orienta y lo único que hay que hacer es seguirlo. Pero Spinoza no habla de estos pequeños deseos superficiales sino de lo que realmente queremos, que es el desarrollo de nuestra esencia. Esencia que es singular, que es la propia de cada cual. Ser libre es aceptar ser quien somos. Esta actitud debería conducirnos a la acción, que no es otra cosa que la autodeterminación. Pero la autodeterminación no es otra dinámica que la de dejarse llevar por el propio deseo, el impulso vital consciente.
   Al cabo de casi un siglo y medio aparece Nietzsche. El filósofo alemán se refiere a Spinoza de manera ambivalente, que no es poco. No es poco porque Nietzsche quiere derribar ídolos y no perdona a nadie : normalmente lo descuartiza. Que reconozco lo que tiene de bueno es ya un síntoma de respeto por parte de Nietzsche. A veces se ríe de Spinoza porque no soporta su ideal de conocimiento basado en el Amor de Dios. Aquí Nietzsche, cegado por su agresividad contra cualquier forma de deísmo cae en la trampa y no es capaz de una lectura más sutil. Pero en su correspondencia Nietzsche señala lo mucho que le une a Spinoza.

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