miércoles, 5 de junio de 2019

EL IMAGINARIO EN SPINOZA

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Escrito por Luis Roca Jusmet

 Este texto es una reflexión a partir del capítulo séptimo del libro de François Zourabichvili ( Spinoza. Una física del pensamiento) titulado "El sueño de las transformaciones sobrenaturales". A partir de aquí quiero relacionar lo que plantea con varias nociones que desde hace años me han interesado : imaginario, fantasía, delirio e ilusión.
 El significante "imaginario" me parece que es el que hoy se corresponde mejor con lo que Spinoza llamaba "imaginación". Más que nada porque "imaginación" lo vinculamos hoy a algo que no se corresponde con la percepción ni con el recuerdo. Y menos con los conceptos generales. Para Spinoza, en cambio, cuando habla de "imaginación" incluye cualquier representación a través de imágenes ( vista, oidas, recoradadas, "imaginadas) y también las ficciones de lo que los escolásticos llamaban "los universales", que desde su concepción nominalista considera  ficciones basadas en una selección arbitraria de supuestas propiedades. En este sentido podríamos entender que hay una crítica "avant-la-lettre" a Hume y al positivismo al considerar que "un hecho" pertenece al imaginario en la medida que se aisla un efecto de su cadena causal, es decir del proceso del que forma parte. Es a partir de la relación arbitraria de imágenes, o de su superposición, que aparece "lo fantástico". La fantasía es entonces una transformación imaginaria. Es siempre una síntesis confusa de varios recuerdos. Lo llama "quimera", que no es nada más que una palabra. Pero lo cierto es que una quimera puede afectarnos cuando es "una ilusión". Es el deseo que tienen los hombres de ver las cosas no como son sino como quieren verlas. Lo cual me recuerda a Cornelius Castoriadis cuando decía que "el hombre tiende a creer, no a saber". Los hombres, dice Spinoza, juzgan las cosas a partir de la disposición de su cerebro y las imaginan más que las comprenden. También  Freud hablaba de la ilusión como proyección imaginaria de un deseo. La ilusión consiste en tomar nuestras afecciones por las cosas mismas. 
 La ilusión del libre albedrío nos lleva a creer que nuestras acciones y las cosas tienen finalidades. Tan ilusorio es decir que el mundo tiene un sentido como que es absurdo. En los dos casos medimos el mundo y dentro de él a los humanos según la medida de la finalidad.
 Todo ello nos lleva al delirio. El delirio entendido como una interpretación basada en lo imaginario y no en lo real. "Todos los hombres deliran" acabó diciendo Lacan. Y si bien no es lo mismo la locura del "cuerdo" que la del "loco" si que comparten esta tendencia a entender lo que ocurre desde la creencia y no desde la razón. Para Spinoza la razón "no crea monstruos" porque la razón es la racionalidad, que es la manera como la razón es capaz de entender el orden de los cuerpos. Hablamos por tanto de una razón que es empírica y que es capaz de entender que hay que aumentar la potencia y no disminuirla. La confusión del imaginario es justamente la potencia de la impotencia. El delirio ( la quimera) produce un cuerpo a partir del no-cuerpo, por una transformación imaginaria y confusa. 
 Los recuerdos, dice también Spinoza, son potencialmente alucinarios. Acostumbran a ser "alucinaciones domadas" Esto ocurre con la nostalgia. Si no son domadas es cuando podemos considerarlas "ordinarias". Esto le ocurre al ignorante : delira y alucina dentro de unos límites que le permite mantener el principio de realidad, que no es otra cosa que mantener una relación con los otros cuerpos. 
 Unas cuantas notas para profundizar en el tema.


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